Como en el resto de Andalucía, y España entera, Peligros, ha sido crisol de culturas que se han ido sucediendo una tras otra, conformando lo que hoy somos los peligreños.
Geográficamente nos encontramos en las estribaciones de las Sierras de Alfacar y Víznar, en la Vega Norte de Granada, aunque es más extenso el terreno de secano que el de regadío. Limita con los municipios de Albolote, Maracena, Pulianas, Güevéjar y Calicasas, y su término municipal tiene una extensión de 9’2 kilómetros cuadrados.
Es difícil fijar cuando se establecieron asentamientos humanos en Peligros, aunque hay evidencias de su existencia en el Paleolítico, si bien se carece de información precisa ya que las piezas y elementos encontrados en su día, no lo fueron mediante una metodología científica que nos permitiese establecer una secuencia crono-estratigráfica, perdiéndose así una información importantísima e irrecuperable dado que el suelo ha sufrido grandes transformaciones por la presión urbanística de la zona. Tampoco fueron publicados los resultados sobre los hallazgos, así que queda por resolver aún como fue la presencia humana en Peligros en época prehistórica.
Entrando en el periodo histórico, tenemos que remontarnos a época romana, con la existencia de al menos dos villas romanas, de época tardo-imperial, que algunos autores sitúan entre los siglos II y III d.J.C.
Peligros, por entonces se encontraba bajo la administración de Ilurco, el actual Pinos Puente.
La primera de ellas está situada en la Casería de Titos, limítrofe con Maracena y delimitada por el Arroyo Juncaril, que aún hoy existe. En ésta fue encontrada un ara/pedestal en piedra caliza procedente probablemente de Sierra Elvira, de cuya inscripción se desprende que era un ofrecimiento privado a la diosa Stata Mater. Dicha pieza se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Granada. La segunda villa podemos situarla en la zona del Cortijo del Secanillo, situado al pie de la urbanización de Monteluz.
Ocupada la zona posteriormente por los musulmanes, la primera referencia que tenemos de Peligros nos la proporciona el escritor lojeño Ibn al-Jatib (1313-1374), en su obra la Ihatha, encontrada en la biblioteca de El Cairo. En ella, el autor hace una enumeración de las trescientas alquerías que existían en la Vega de Granada, mencionando a Peligros, si bien en grafía árabe, por supuesto. Podemos decir que la Alquería de Peligros, no constituyó una unidad aislada, sino que la ocupación y explotación del espacio agrario en época musulmana se desarrolló en al menos cuatro asentamientos de alquerías.
Dos nombres son reseñables en este periodo: de un lado el pago de Andar al Samal, que Seco de Lucena tradujo como “Era del Viento Norte”, por la importancia económica que tenía en la comarca, y que estaba situado entre los términos de Peligros y Maracena. De otro, la batalla de la Higueruela, acaecida en 1431 entre las tropas musulmanas y las de Don Juan II, que causaron una gran devastación en los cultivos y sistemas de regadío de esta parte de la Vega granadina. Respecto del lugar exacto existe gran controversia, hay autores que la sitúan en Atarfe, otros en Maracena y otros en Peligros. Dado el gran despliegue de las tropas cristianas, la duración de la contienda, y la descripción del terreno hecha por el cronista de Juan II a “escasas leguas de la Puerta de Elvira de la ciudad de Granada”, es más que probable que tuviese lugar entre Peligros y Maracena. De dicha batalla, y de su importancia, dejó cumplida cuenta Felipe II ordenando la facturación de un fresco conmemorativo de la gesta en la Sala de las Batallas del Monasterio del Escorial.
Peligros tampoco fue ajena a la rebelión de los moriscos. Es seguro que vecinos de Peligros participaron en las revueltas de 1499-1500, ya que como consecuencia de las mismas, les fueron incautados los bienes a los rebeldes.
Mención aparte merece el nombre de ‘Peligros’. Entre los estudiosos del tema no existe un consenso común y determinante sobre el origen del mismo, si bien entre los antecedentes encontrados al actual nombre de nuestro pueblo encontramos los términos de “Bericlox”, “Periculox”, “Biriqulus”, “Paluculos”, etc., según la época y el autor de que se trate. Lo que si está meridianamente claro, es que el nombre del ‘Villaflor’, como algunos pretenden adjudicar al anterior nombre de Peligros, entra en el reino de la fantasía y de la fabulación, no teniendo esto ningún rigor científico.
Lo verdaderamente importante es lo que decíamos al principio, los actuales peligreños somos el resultado de la superposición de las distintas culturas que han ocupado nuestro territorio, y nos han trasmitido la idiosincrasia actual.
Fuentes:
Francisco Sánchez-Montes González y Miguel Gómez: “Peligros, reconstrucción de la memoria histórica de una comunidad rural andaluza” Peligros 1995.
Antonio Ceballos Guerrero: “La leyenda de Villaflor y otras versiones e invenciones en torno al topónimo Peligros”. Peligros 2017
Antonio Ceballos Guerrero: “Oligarcas, hacendados y labradores en la Vega de Granada Peligros, ss. XV-XIX”. Peligros 2018